HIPEREXIGENCIA Y TCA EN LA ADOLESCENCIA “Cuando gritamos BASTA a través del cuerpo”
“UN POCO MÁS POR AQUÍ… UN POCO MENOS DE ALLÍ… SI PUDIESE TENER JUSTO ESTO ASÍ…”
Hoy en día una gran parte de la población vive obsesionada por su peso. “Nunca se ha registrado un índice tan alto de personas que se sienten desgraciadas a causa de su físico y en especial por su exceso de peso, sea real o imaginario”. (Rojas, 1992 en Morandé, 1999).
Además, nuestra sociedad actual se caracteriza por un ritmo excesivamente acelerado, exigencias cada vez más altas y demandas inabarcables. Este es el mundo en el que han nacido y se están formando los niños y jóvenes de hoy en día.
Vivimos inmersos en un entorno donde ya nada es nunca suficiente, y los adolescentes se ven de golpe catapultados a una realidad en la que, mientras su cuerpo empieza a cambiar de una forma que ellos no puede controlar, el entorno les grita que todo, incluso su cuerpo, tiene que estar bajo su absoluto control.
La preocupación excesiva por la imagen corporal, acompañada de la asunción de unos cánones de belleza y perfección difícilmente alcanzables y altas exigencias del entorno, se encuentra a la base de una de las patologías más conocidas de la era actual, que afecta a miles de adolescente en el mundo.
Los Trastornos del Comportamiento Alimentario (TCA) son enfermedades psiquiátricas graves, marcadas por alteraciones en el comportamiento, las actitudes y la ingestión de alimentos, generalmente acompañadas de intensa preocupación con el peso o con la imagen corporal (APA, 2000). Dentro de este grupo de trastornos se incluyen principalmente la Anorexia Nerviosa (AN), la Bulimia Nerviosa (BN) y los Trastornos del Comportamiento Alimentario No Especificado (TCANE).
A pesar de ser considerados distintos trastornos, se han encontrado características comunes en todos los pacientes con TCA. Se trata de problemas psicológicos cuya característica nuclear es de naturaleza cognitiva, existiendo habitualmente una coherencia entre pensamiento, conductas y emociones (Raich, 2011).
¿Porqué son los adolescentes una población de riesgo?
Se puede afirmar que el grado de exigencia general al que es sometida la población joven hoy en día es más elevado que en el pasado, así como el nivel de competición al que se encuentra expuesta a la hora de desarrollarse tanto profesional como personalmente.
Michel Houellebecq, en “La posibilidad de una isla”, resume bastante bien los ideales de esta época: mantener la juventud y la belleza a toda costa (ser eternamente adolescente), ocupar poder a costa de otros, y tratar de no sentir (Houellebecq, 2005 en Janin, 2008).
Asimismo, el slogan implícito actual de las sociedades de tipo occidental podría ser: "Haz lo que quieras pero sé el mejor". El adolescente pierde así la protección que le ofrecía la idea de: "Si no hago lo que quiero no es porque no pueda, sino porque está prohibido" que los límites impuestos por los padres llevaba implícita, en provecho de una exigencia extrema que puede convertirse en vampirizadora (Jeammet, 2009).
Si nos paramos a pensarlo por un momento, los adolescentes se encuentran en un momento de su vida donde tienen que llevar a cabo la ardua tarea de desarrollar su autoconcepto y definir su identidad. Sumado a esto, debemos añadir las características contextuales arriba mencionadas que imponen al adolescente un nivel de exigencia extremo tanto con respecto a su aspecto físico como con respecto a su desempeño intelectual.
Ante todo esto, parece bastante lógico plantearse la existencia de una relación entre esta hiperexigencia y un mayor grado de problemas psicológicos y malestar emocional en la población adolescente, que vive en un mundo en el que se necesita sobresalir por encima de los demás en todos los ámbitos, en el que las características por las que se valora a una persona están relacionadas con el resultado o meta y en el que la esfera emocional ha pasado a tener una importancia secundaria.
Cuando las personas no nos sentimos capaces de controlar nuestro entorno, tendemos a buscar algo que sí podamos controlar que nos proporcione esa seguridad y sensación de control. Muchas y muchos adolescentes encuentran ese “sustituto” en la comida y el control sobre su cuerpo y su imagen.
Es realmente importante no perder de vista lo que hay debajo de la necesidad de control de la imagen corporal, ya que no podemos quedarnos en la superficialidad de la idea estética.
Cuando las personas nos encontramos perdidas y con un percepción de ausencia de control en un mundo que cada vez nos exige unos niveles de excelencia y perfección más y más elevados, necesitamos encontrar algo que si podamos sentir como “tierra firme”, algo que no se nos escape.
En el caso de los pacientes con TCA ese refugio es la comida y la obsesión por el control de su imagen. Se podría decir que el síntoma funciona como una válvula de escape, una forma de regular la emoción contenida, que no se ha sido capaz de canalizar de otra manera.
En cualquier caso, es esencial comprender que quizá el síntoma sea la única manera de sobrellevar una situación extremadamente sobrecogedora para la persona.
Por lo tanto, aquello con lo que debe trabajarse en terapia sea, más que con el propio síntoma, con aquellas cosas que hacen del síntoma algo necesario.
NO DEBEMOS OLVIDAR QUE LOS SÍNTOMAS NOS HABLAN, ESTÁN INTENTADO DECIRNOS QUE NECESITAMOS CAMBIAR.
Diana Tomaino de la Cruz.
REFERENCIAS:
American Psychiatric Association. Diagnostic and Statical Manual of Mental Disorders (4th ed.). Washington, DC: American Psychiatric Association 2000.
Janin, B. (2008). Encrucijadas de los adolescentes de hoy. Cuestiones de infancia, 12, 17-31.
Jeammet, P. (2009). El yo frente a la libertad. Evolución social y adolescencia. Revista de psicopatología y salud mental del niño y del adolescente,13, 31-40.
Morandé, G. (1999). La anorexia. Cómo combatir y prevenir el miedo a engordar de las adolescentes. Madrid: Ediciones Temas de hoy.
Raich, R.M. (2011). Anorexia, Bulimia y otros trastornos alimentarios. Madrid: Pirámide.