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NUEVAS FORMAS DE INTEGRACIÓN: EL FUTURO DE LAS TERAPIAS COGNITIVO-CONDUCTUALES .

Durante las últimas décadas, han surgido nuevas perspectivas psicológicas y maneras de entender la mente humana que se han ido abriendo paso dentro de la psicología tradicional.

Desde el conocimiento de un modelo cognitivo-conductual tradicional como el que mucho psicólogos tenemos como base de nuestra formación, hoy en día el panorama actual nos abre nuevas posibilidades: podemos permitirnos incorporar e incluir nuevas formas de hacer terapia que nos permitirán llegar a más pacientes e intervenir con ellos de forma más eficiente al haber ampliado nuestras herramientas de intervención.

El constructivismo, las terapias narrativas, la Programación Neuro-Lingüística y la Hipnosis aparecen a día de hoy como alternativas terapéuticas cada vez más demandadas y que están demostrando un alto grado de eficacia en el tratamiento de los problemas mentales.

El origen epistemológico de todo este grupo de nuevas formas de intervención tienen que ver con la idea de que la compresión de la realidad depende de la interpretación subjetiva que hace la propia persona.

Mahoney (1988) dice que “nuestra tarea como teóricos y terapeutas, recae en gran parte en la necesidad de identificar las estructuras y procesos a través de los cuales nuestros clientes construyen su existencia cotidiana. Somos, coautores de los guiones de nuestras vidas dentro de los confines de nuestros sentidos y de nuestros procesos idiosincráticos de ordenación”.

RASGOS DISTINTIVOS DE LA PSICOLOGÍA CONSTRUCTIVISTA:

1. Construir un mundo.

La mayoría de los terapeutas que trabajan desde esta perspectiva están mucho más interesados en los matices de la construcción que las personas hacen del mundo, que en la determinación del grado de verdad de esas construcciones que supuestamente representan una realidad externa.

2. La función de la ficción.

Los defensores del postmodernismo sostienen que las personas viven en un mundo interpretado, un mundo organizado tanto por sus categorías individuales y colectivas del significado como por la estructura del mundo objetivo de los estímulos externos. Por eso la terapia no es solo enseñar a las personas habilidades de enfrentamiento más adecuadas, sino una forma de intervenir en el significado.

3. Vivir en la frontera.

Algo esencial desde estas terapias es saber donde se quiere ir. Intuir las direcciones en vez de centrarse en las causas. Fijarse más en la dirección hacia delante, donde quiere ir esa persona.

Kelly proponía que las personas son intrínsecamente activas y que, en tanto que psicólogos, nuestro objetivo no consiste tanto en entender por qué actúan, sino la dirección a la que más probablemente se dirijan. La respuesta, según él, se encuentra en la red de constructos o significados personales mediante los cuales la persona anticipa el mundo y, más especialmente, las acciones y reacciones de los demás.

4. Redefinir la realidad.

Poner en cuestión el concepto mismo de certeza temporal afirmando que todas las realidades humanas son necesariamente constructos personales, culturales y lingüísticos... pero no, por ello, menos substanciales e importantes.

La verdad desde esta perspectiva, es una construcción realizada por individuos y grupos sociales y refleja la ideología social dominante. Hasta los diagnósticos psiquiátricos son construcciones sociales (Derrida, 1978 y Foucault 1970).

Los psicoterapeutas constructivistas tienden a evitar el diagnóstico formal tradicional. Es una reacción al objetivismo y reduccionismo con el que la modernidad define a las personas por sus trastornos más que por su manera de enfrentarse a las dificultades de la vida.

El fundador del constructivismo clínico, describió el trastorno como toda construcción que sigue empleándose pese a haber demostrado reiteradamente su inutilidad.

A menudo, las construcciones personales sobre “el modo en que funcionan las cosas” en el mundo se originaron durante los primeros años de creación de significado del individuo.

5. Vivir en el Lenguaje.

Desde esta perspectiva el lenguaje no es un modo de representar la realidad, sino de crearla. Una forma de dar literalmente a luz nuevas realidades sociales. Los constructivista y sus primos hermanos, los construccionistas sociales (Gergen, 1999) se interesan en el modo en que las personas utilizan el lenguaje para configurar y delimitar de manera problemática y desalentadora la valoración que hacen de sí mismas, de los demás y de las dificultades de la vida.

Visión de la realidad desde el constructivismo: “EL MAPA NO ES EL TERITORIO” (Alfred Korzybski).

La realidad la construye activamente el sujeto en su interrelación con el mundo externo. Es el sujeto el que activamente construye el conocimiento del mundo exterior por lo que hay una inseparabilidad del observador con respecto a lo observado.

El conocimiento no nos proporciona una imagen objetiva del mundo sino un determinado “MAPA” de lo que podemos hacer en ese ambiente donde se vive la experiencia.

Conocemos una construcción que se adapta a un modelo conceptual previo, al cual, otras construcciones de posteriores actos cognitivos se adaptarán y lo enriquecerán y así recursivamente.

La persona que busca ayuda (que busca cambiar) es porque, de alguna manera, sufre bajo el peso de su concepción o imagen del mundo, bajo la no resuelta contradicción entre lo que las cosas son y lo que, de acuerdo con su visión del mundo, deberían ser.

Cuando esto sucede en el entorno terapéutico, la intervención se debe enfocar a acomodar su visión del mundo a los datos inamovibles (esas cosas que el sujeto no puede modificar del contexto).

Desde la perspectiva constructivista, no existe una realidad objetiva y única que pueda considerarse como correcta por lo que, ¿cómo actuar cuando la realidad que debe cambiarse no puede concebirse objetivamente y existe siempre la posibilidad de ser diferente?

Cualquier concepción del mundo es una construcción mental influida por interpretaciones, connotaciones de valor y sentido y convicciones del sujeto que observa y crea esa construcción de la realidad.

Para modificar dicha realidad es necesario saber, ante todo, QUÉ es lo que se debe cambiar (es decir, hay que llegar a comprender la concepción del mundo de la persona interesada) y en segundo lugar, averiguar CÓMO pueden conseguirse esos cambios.

Tenemos en nuestra mente descripciones o interpretaciones de la realidad, no la realidad tal cual pero tendemos a creer que esa es la realidad tal cual es. Construimos nuestra historia: cuando cambiamos la forma de entender los sucesos es cuando se produce el cambio.

Los siguientes son algunos de los tipos de terapia existentes con base epistemológica cognitivo-constructivista:

  • Hipnosis Ericksoniana

  • Terapia de Esquemas de Jeffrey Young

  • Programación Neuro-Lingüística

  • Terapia cognitiva post-racionalista de Guidano

  • Terapia de los constructos personales de Kelly

  • Psicoterapia cognitivo-narrativa de Gonçalves

  • Terapia lingüística de evaluación de Isabel Caro

  • Terapia centrada en la compasión de Paul Gilbert

Diana Tomaino de la Cruz.

Bibliografía:

  • Neimeyer, R.A.(2013).Psicoterapia constructivista. Rasgos distintivos. Bilbao: DDB.

  • Linares, J. L., (2002) ¿Acaba la historia en el post-modernismo? Hacia una terapia ultramoderna. Perspectivas Sistémicas, 71,.

  • Paul Watzlawick (1979). Es real la realidad?. Barcelona: Herder.

  • Paul Watzlawick (1980).El lenguaje del cambio. Barcelona: Herder.

  • Bateson, G. y Ruesch, J. (1984). Comunicación: La matriz social de la psiquiatría. Barcelona: Paidós.

  • Bateson, G. (1976).Pasos para una ecología de la mente. Buenos Aires: Carlos Lohlé.


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