La concepción del individuo según Carl Rogers: Concepto del “Self” y noción de autorregulación.
Este mes se conmemoran 30 años desde la muerte de uno de los psicoterapeutas que han revolucionado y cambiado el paradigma de la psicoterapia a nivel mundial.
Carl Ransom Rogers (8 de enero de 1902, Oak Park, Illinois, Estados Unidos - 4 de febrero de 1987, San Diego, California, Estados Unidos) fue un influyente psicólogo en la historia de la psicología a nivel mundial, quien junto a Abraham Maslow llegó fundar el enfoque humanista.
Carl Rogers es conocido principalmente por dos motivos. En primer lugar, por desarrollar su propio enfoque de psicoterapia: “la psicoterapia centrada en el cliente”.
En segundo lugar, por ser el psicoterapeuta que empezó a hablar de unas actitudes y condiciones básicas que todo profesional debía tener para facilitar el cambio personal del paciente; como son la empatía, la aceptación incondicional y congruencia.
Sin embargo, a pesar de que esto es lo que hoy en día mas se conoce del trabajo de Rogers, este gran profesional también desarrollo un teoría de la personalidad sobre la que se sustenta todo su modelo de psicoterapia.
En este artículo, se va a realizar un pequeño análisis y resumen de esta teoría y de las nociones básicas que Rogers planteaba como cruciales en el desarrollo de todo ser humano: el concepto del “Self” o “Si mismo” y la “Noción de autorrealización”.
El concepto del “sí mismo” es un constructo fenomenológico, es una porción del campo perceptual que va formándose a medida que la persona interactúa con el medio ambiente. Es decir, es la propia imagen fenoménica del sujeto que contiene valores, ideales y percepciones del individuo, constituidas en una configuración o Gestalt que tiene rasgos de ser totalmente consciente.
Dentro de la dinámica de la personalidad, el concepto del “sí mismo” tiene la función de seleccionar las percepciones del individuo y regular la conducta del mismo. El principio conforme al cual se rechazan o admiten las experiencias en la consciencia es el de su consistencia o coherencia con la “imagen de uno mismo”.
Esto quiere decir que la forma en la que cada individuo percibe la realidad está mediada y modulada por la manera en la que cada individuo se concibe a si mismo, por lo que no percibimos la realidad tal cual es sino que sesgamos la realidad en base a quienes somos o como pensamos que somos. Esta idea es compartida por otros modelos de psicología como el constructivismo.
En el desarrollo de la personalidad, no suele darse una consistencia o coherencia plena entre el concepto del “sí mismo” y las experiencias del organismo.
Al contrario, la persona suele desarrollar un estado de incongruencia, o lo que es lo mismo, se divorcia de su realidad orgánica.
Esto quiere decir que las personas no vivimos una realidad global y coherente sino que muchas veces nuestro concepto de quienes somos entra en conflicto con la percepción de la realidad y del mundo.
El conflicto, según planteaba Rogers, suele residir en los primeros años de la infancia. Debido a las actitudes evaluativas y poco aceptativas de los padres, el niño, impulsado por una necesidad de, en primer lugar, conservar el amor paterno y, mas adelante, de conservar su propia autoestima, desarrolla unas condiciones de valor o introyecta unos valores ajenos como si fueran propios, viéndose forzado a rechazar ciertas experiencias satisfactorias y a distorsionar la simbolización de otras.
Es decir, cambia su conducta y además distorsiona su forma de entender lo que es adecuado con respecto a sus deseos y necesidades. Por lo tanto, se forma un “si mismo” incongruente con la realidad orgánica que vive la persona, lo que claramente generará malestar.
El “si mismo”, con el paso del tiempo, va distanciándose cada vez más de las experiencias reales de la persona, y los valores organísmicos van siendo sustituidos por otros valores recibidos de los demás que el individuo va introyectando como propios.
La persona deja de estar en contacto con su experiencia ya que las los valores introyectados a lo largo de los años son incongruentes con el organismo y la experiencia real.
No se puede estar en contacto con la realidad y sentirse congruente con el concepto del “si mismo” que se ha construido por lo que al final la persona se “desconecta” de la realidad.
Rogers plantea que esta incongruencia entre el “si mismo” y el organismo de la persona es lo que general el malestar psicológico.
Además, por otra parte, menciona que el individuo tiene una motivación innata presente en toda forma de vida, dirigida para desarrollar sus potenciales hasta el mayor límite posible. Esta idea Rogers la llama “autorregulación”.
Sin embargo, en nuestra sociedad, a medida que crecemos, nuestros padres, maestros, familiares, amigos etc… solo nos dan lo que necesitamos cuando demostramos que lo merecemos, más que porque lo necesitemos.
Por ejemplo, podemos beber sólo después de clase; podemos comer un caramelo sólo cuando hayamos terminado nuestro plato de verduras y, lo más importante, nos querrán sólo si nos portamos bien.
En psicología esta idea la denominamos como condicionamiento. Sería importante, según lo que plantea Rogers, plantearnos que pasaría si en algún momento dejan de existir los premios y castigos asociados a la idea de quienes somos y, en vez de eso, las relaciones se basasen en una aceptación incondicional del otro.
Según Rogers, la aceptación incondicional es una cualidad que todo terapeuta debería tener para poder ayudar al paciente en su proceso de recuperar la congruencia entre su “self” y su organismo.
Además, él describo otras características necesarias del terapeuta que facilitan y fomentan este proceso de actualización y regulación que todo ser vivo puede llevar a cabo. Para ser un terapeuta especial, para ser efectivo, un terapeuta debe tener tres cualidades especiales:
Congruencia. Ser genuino; ser honesto con el paciente.
Empatía. La habilidad de sentir lo que siente el paciente.
Aceptación incondicional. Respeto, preocupación positiva incondicional hacia el paciente.
“Durante los primeros años de mi carrera profesional solía preguntarme: “¿Cómo puedo tratar, curar o cambiar a esta persona?, en tanto que ahora mi pregunta sería: ¿Cómo puedo crear una relación que esta persona pueda utilizar para su propio desarrollo?”
Carl R. Rogers
Diana Tomaino de la Cruz.
Bibliografía:
- Lilian Reza Suárez (2016): “El yo, el existir o el ser según la teoría de la personalidad por Carl Rogers”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, (abril-junio 2016). En línea: http://www.eumed.net/rev/cccss/2016/02/existir.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/CCCSS-2016-02-existir
- José M. Gondra Rezóla. "La psicoterapia de Carl R. Rogers. Sus orígenes, evolución y relación con la psicología científica" Capítulo V. Ed. Desclie de Brouwer, 1981.