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AQUELLO QUE PUEDE SALVARNOS: LA RESILIENCIA Y COMO FOMENTARLA

“La resiliencia es un llamado a centrarse en cada individuo como alguien único, es enfatizar las potencialidades y los recursos personales que permiten enfrentar situaciones adversas y salir fortalecido, a pesar de estar expuesto a factores de riesgo.”

Los profesionales de la salud y la educación nos encontramos, en nuestro día a día, con personas o grupos que viven situaciones de tragedia o de estrés, que parecen difíciles o imposibles de superar. Cada día en consulta vemos pacientes sufriendo cosas terribles por circunstancias muchas veces injustas que no pueden controlar.

Sin embargo, la realidad nos muestra que no sólo las superan, sino que algunos salen renovados, creativos y hasta optimistas de esas encrucijadas.

Ese tipo de experiencias han sido vividas por distintas personas y grupos cada día a través de la historia, y han sido sistematizadas en distintos estudios y países y por muchos profesionales.

En la actualidad, esa reacción se denomina resiliencia, y se la entiende como la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas.

Un hito lo marcó Werner (1992), quien estudió a un grupo de personas desde el nacimiento hasta los 40 años. La investigadora notó que algunos niños que estaban aparentemente condenados a presentar problemas en el futuro (al considerarse todos los factores de riesgo que presentaban) llegaron a ser exitosos en la vida, a constituir familias estables y a contribuir positivamente con la sociedad.

Algunos de ellos procedían de los estratos más pobres, de madres solteras adolescentes y de grupos étnicos postergados, además de tener el antecedente de haber tenido bajo peso al nacer. La observación de estos casos condujo a la autora, en una primera etapa, al concepto de "niños invulnerables".

El término Resiliencia fue adoptado más adelante por las ciencias sociales para caracterizar a aquellos sujetos que, a pesar de nacer y vivir en condiciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y socialmente exitosos.

Los individuos resilientes son aquellos que al vivir en una situación de adversidad, es decir, al estar expuestos a un conglomerado de factores de riesgo, tienen la capacidad de utilizar aquellos factores protectores para sobreponerse a la adversidad, crecer y desarrollarse adecuadamente, llegando a madurar como seres adultos competentes, pese a los pronósticos desfavorables.

Estar resiliente VS. Ser resiliente:

Es necesario insistir en la naturaleza dinámica de la resiliencia.

Un punto crucial es que la resiliencia no debe considerarse como una capacidad estática, ya que puede variar a través del tiempo y las circunstancias.

Ésta es el resultado de un equilibrio entre factores de riesgo, factores protectores y la personalidad del ser humano. Esto último permite elaborar, en sentido positivo, factores o circunstancias de la vida que son desfavorables.

Al analizar la interacción entre factores de riesgo, factores protectores y resiliencia no debemos concentrarnos solo en el nivel individual. Por el contrario, debemos “ampliar“ el concepto para entender el interjuego que se da con las variables sociales y comunitarias.

Diversos estudios han demostrado que ciertos atributos de la persona tienen una asociación positiva con la posibilidad de ser resiliente, éstos son: control de las emociones y de los impulsos, autonomía, sentido del humor, alta autoestima (concepción positiva de sí mismo), empatía (capacidad de comunicarse y de percibir la situación emocional del interlocutor), capacidad de comprensión y análisis de las situaciones, cierta competencia cognitiva, y capacidad de atención y concentración.

También se han encontrado condiciones del medio ambiente social y familiar que favorecen la posibilidad de ser resiliente, como son: la seguridad de un afecto recibido por encima de todas las circunstancias y no condicionado a las conductas ni a ningún otro aspecto de la persona; la relación de aceptación incondicional de un adulto significativo; y la extensión de redes informales de apoyo.

¿Cómo es un niño resiliente?

Los niños y adolescentes resilientes responden más al contacto con otros seres humanos y generan más respuestas positivas en las otras personas. Además, son activos, flexibles y adaptables aún en la infancia.

Este componente incluye cualidades como la de estar listo para responder a cualquier estímulo, comunicarse con facilidad, demostrar empatía y afecto, y tener comportamientos prosociales y sentido del humor.

Además, las investigaciones sobre niños resilientes han descubierto que la capacidad para resolver problemas es identificable en la niñez temprana. Incluye la habilidad para pensar en abstracto reflexiva y flexiblemente, y la posibilidad de intentar soluciones nuevas para problemas tanto cognitivos como sociales. Ya en la adolescencia, los jóvenes son capaces de jugar con ideas y sistemas filosóficos.

Por último, también relacionado con el sentido de autonomía y el de la eficacia propia, así como con la confianza de que uno puede tener algún grado de control sobre el ambiente, está el sentido de propósito y de futuro.

Dentro de esta categoría entran varias cualidades repetidamente identificadas en lo publicado sobre la materia como factores protectores: expectativas saludables, dirección hacia objetivos, orientación hacia la consecución de los mismos (éxito en lo que emprenda), motivación para los logros, fe en un futuro mejor, y sentido de la anticipación y de la coherencia. Este último factor parece ser uno de los más poderosos predictores de resultados positivos en cuanto a resiliencia.

De estas cualidades, las que se han asociado con más fuerza a la presencia de adultos resilientes han sido las aspiraciones educacionales y el anhelo de un futuro mejor.

Cuando un futuro atractivo nos parece posible y alcanzable, somos fácilmente persuadidos para subordinar una gratificación inmediata a una posterior más integral.

Aunque los estudios actuales permiten identificar características adicionales de los niños resilientes, las mencionadas anteriormente engloban los atributos que frecuentemente están asociados con experiencias exitosas de la vida.

Como profesionales de la salud es clave entender que podemos promover la resiliencia si procuramos que la crianza y la educación favorezcan y fomenten el desarrollo de estas capacidades en cada niño.

Diana Tomaino de la Cruz.

Referencias:

  • Munist, M. y Cols. (1998). Manual de identificación y promoción de la resiliencia en niños y adolescentes. ORGANIZACIÓN PANAMERICANA DE LA SALUD ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD. Fundación W.K. Kellogg Autoridad Sueca para el Desarrollo Internacional (ASDI).


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