La ansiedad y la necesidad de control: dos caras de una misma moneda.
Cada vez recibo con más frecuencia llamadas y consultas de personas que quieren ayuda para controlar su ansiedad.
Frases del tipo: “ Mis emociones me desbordan”, “No se que hacer cuando me agobio” y “Siento que voy a perder completamente el control” son algo muy frecuente en el día a día de mucha gente.
Debido a la vida que llevamos, con un gran número de actividades diarias que hacer, obligaciones constantes y exigencias que cumplir (facturas por pagar, exámenes que hacer), etc… La sensación de no poder tenerlo todo bajo control es algo, por desgracia, más frecuente de lo que nos gustaría.
En esos momentos, la ansiedad hace su aparición estelar, tomando el control de nuestras vidas de muy distintas maneras: Quizá no seas capaz de rendir como te gustaría, te notes bloqueado, te resulte difícil tomar decisiones, sientas que tu cuerpo se descontrola o te invadan pensamientos desagradables y negativos.
En esos momentos, la mayoría de las personas, de forma automática, queremos controlar lo que nos pasa, hacer que esos pensamientos y sensaciones desaparezcan como por arte de magia y poder volver a estar bien y continuar con nuestra vida.
Para conseguir eso intentamos lo que sea: bloquear nuestras emociones, intentar expulsar o evitar los pensamientos, distraernos con otras cosas, etc.
Sin embargo, algunas veces, da igual lo que hagamos, que la ansiedad no desaparece.
Al contrario, muchas veces cuanto más intentamos que pare, más y más intensa se vuelve la sensación de angustia y descontrol.
Llegados a este punto, sería bueno entender porqué pasa esto y que podemos hacer para solucionar esta situación en la que nuestros intentos de solución mantienen o incluso aumentan el problema.
¿Porqué cuando más intento controlar mi ansiedad, más ansioso me siento?
En primer lugar, es necesario comprender que la ansiedad es solamente una señal de alarma que nos indica que hay algo que no está funcionando como debería.
Es decir, puede que estemos saturados, que algo nos esté haciendo daño, que nos estemos exigiendo o pidiendo demasiado, que haya algo en nuestras vidas que no es como queremos…
La ansiedad es la forma que tiene nuestra mente de avisarnos de que algo no anda bien en nuestra vida y de que tenemos que parar y revisar las cosas para hacer un cambio.
Por lo tanto, si la ansiedad no es en si misma el problema, no tenemos que intentar controlarla o hacerla desaparecer, porque al hacer esto no estamos solucionando el origen de nuestro problema y por lo tanto, ese es el motivo de que continúe apareciendo o incluso se incremente.
Pongamos un ejemplo: Si estás durmiendo y de repente suena la alarma de casa, ¿qué haces?:
Te levantas y revisas la casa para comprobar si alguien ha entrado o incluso llamas a la policía por si acaso ha sucedido algo, ya que ha saltado la alarma.
Te levantas, apagas la alarma y vuelves a la cama sin más comprobación.
En el caso 2, todos somos conscientes de que si hiciésemos eso la alarma no estaría cumpliendo con su cometido, que es avisarnos de posibles peligros, y si hay un intruso, además, volvería a empezar a sonar, por lo tanto lo más lógico es escoger la opción 1.
Pues esto es lo mismo que sucede en el caso de la ansiedad, es importante que antes de “apagar” la ansiedad, veamos porque ha aparecido.
Entonces, ¿Qué puedo hacer cuando siento ansiedad?
No puedes detener las olas, pero puedes aprender a surfear.
Jon Kabat-Zinn
Los seres humanos sentimos dolor, el dolor no es algo opcional sino que forma parte de la vida. Sin embargo, estamos programados para evitarlo: el dolor nos señala que algo va mal, y entonces se desencadena nuestra respuesta de lucha o huida. Es como si es el dolor nos gritase: “¡Atención, hay un problema! ¡Sal de ahí ahora mismo!”.
Precisamente por ese motivo, porque tenemos una tendencia innata e inconsciente a apartarnos del dolor, puede resultar especialmente difícil enfrentarnos a las emociones que nos general malestar cara a cara como es el caso de la ansiedad.
Sin embargo, para poder ver nuestra situación con claridad y objetividad, es necesario poder enfrentarnos y aceptar esas emociones en vez de huir de ellas o luchar contra ellas ya que cuando hacemos eso, distorsionamos la realidad y las reacciones se vuelven exageradas.
Cuando nos vemos totalmente atrapados por la emoción, no podemos tomar distancia para observar lo que está pasando con perspectiva...
Precisamente por todo esto, la mejor forma de combatir la ansiedad es dejar de luchar contra ella.
Este es un tipo de ejercicio que puede ayudarte en los momentos de ansiedad:
Siéntate en un lugar cómodo y cierra los ojos por un momento.
Toma un par de profundas respiraciones y concéntrate en notar las sensaciones de tu cuerpo.
Fíjate donde sientes la ansiedad en tu cuerpo, en que parte se localiza. Una vez la tengas localizada en tu cuerpo, fíjate en sus características.
Se consciente de que esa ansiedad es algo temporal, es una emoción que antes no estaba y que no se va a quedar contigo siempre.
Permítete continuar respirando mientras eres consciente de que puedes soportar la ansiedad y que la ansiedad no te controla a ti.
Observa como a medida que sigues respirando y aceptas como te sientes el malestar se va haciendo cada vez más tolerable.
Ahora, observa tus pensamientos acerca de la ansiedad. Fíjate en lo que te dices a ti mismo. Si te estás criticando, prueba a utilizar palabras más amables y comprensivas, como si estuvieses hablando con un amigo que necesita tu apoyo y consuelo.
Cuando sientas que la ansiedad se ha reducido, puedes abrir los ojos y continuar con tu actividad.
Recuerda, lo que sientes y piensas no eres tú, es solo algo que te está sucediendo en un momento concreto… y por lo tanto, igual que viene, se va.
Referencias:
Neff, K. (2016). Sé amable contigo mismo. Paidós Divulgación.
Diana Tomaino de la Cruz